Crónica de mi viaje a FILBA

EL REGRESO

Por: Lily Sánchez

 

"Hay una razón por la que puedo hacer cualquier cosa,

 porque te escucho mamá"

 

Cuando me encontraba en el aeropuerto de México, enrumbándome a Guadalajara para su Feria del Libro, conocí a dos editores argentinos, ellos estaban delante de mí en la fila para ingresar al avión, uno me preguntó si tenía una base de cargador para conectar su celular a los cargadores portátiles, luego el otro me preguntó a qué iba a Guadalajara a lo que respondí:

-          Voy a la feria

-          Nosotros también, somos editores y vamos a comprar derechos de autor ¿Tú eres escritora o editora?

-          Ambas, conteste, soy de Arequipa – Perú

-          Oh la tierra de Mario Vargas Llosa, ¿No tienes su contacto?

-          No, porque él radica en España

-          Y sí, sus derechos los debe tener Alfaguara, nosotros buscamos autores con trayectoria y premios que los autores vendan, ya que en la edición invertimos buen dinero que se va recuperando poco a poco, ya vamos 19 años en el mercado y no sabes lo que es Argentina en el tema cultural.

-          Me gustaría conocer su Feria de Libro, ¿Cuándo se realiza?

-          Es entre mayo y junio y se hará luego de dos años de pandemia con una inflación que ha tirado la moneda al piso en nuestro país, la cultura se muestra como la resistencia. Si bien es cierto FIL Guadalajara es la más importante en Latinoamérica, FILBA se hace en capital y es la más importante en Sudamérica, le sigue Colombia. Te dejamos nuestra tarjeta si necesitas un contacto. Y avanzá boludo que ya dijeron que podemos ingresar al avión le dijo uno al otro.

-          Sería interesante asistir a la Feria de su país, mucho gusto. Dije antes de despedirlos y no volverlos a ver nunca más.

FIL Guadalajara fue toda una locura y entre tantas cosas que me dieron se extravió la bendita tarjeta, al regresar a Perú, conversé con un amigo que también es editor y ya había visitado Argentina por tierra en vista de que fue a un Encuentro en 2013, él me comentó que los argentinos eran casi como los europeos y que en 2022 lo habían invitado a las Jornada Profesionales para Editores en FILBA, además le darían un stand gratis, únicamente tenía que cubrir sus pasajes internacionales y viáticos.

Inmediatamente pensé en acompañarlos, pero luego saqué la cuenta de los viáticos, además del pago a la niñera los días de viaje y no me salía a cuenta, por lo que desistí.

Era diciembre del 2021 y ya estaba planeando las vacaciones familiares de 2022, iríamos a la tierra de mi papá en Abancay, ese sería mi viaje de des-estrés. El verano llegó más rápido de lo previsto, una amiga que se iba a EE.UU. me pasó a uno de sus alumnos universitarios para dictarle clases de inglés, en joven era dueño de una mina es espinar pagaba bien la hora académica, pero había que ser puntual y cumplida, con dichas clases me sostuve económicamente todo el verano.

En marzo ingresé a trabajar en una institución alternativa que enseñaba desde el arte y la empatía, se educaba desde el ejemplo, los profesores hacían yoga por las mañanas, meditaban en la tarde, todos eran seres espirituales y de luz, creían en el karma y las energías, ellos me designaron a varios niños de primaria para enseñarles inglés básico, trabajaba diez horas a la semana con un pago justo y podía dedicarme a mis hijas sin pedir apoyo a nadie, los fines de semana eran todos para mí y eso me tenía en armonía.

En abril la guerra en Ucrania puso en Jaque a Perú, provocando una ola de manifestaciones, paros y bloqueos que comenzó con acciones de grupos de transportistas por el aumento de los precios del combustible. Mi amigo editor me llamó triste diciéndome que por la huelga no había podido enviar sus libros a Argentina y que ya no iría a FILBA, renunciaría a las Jornadas Profesionales y a su stand, que eran intransferibles, para esto, mi alumno universitario de inglés me había contactado semanas antes para que le vuelva a enseñar el siguiente semestre de su universidad, incluso ofreció pagarme el ciclo completo, pero quería que empiece con las clases particulares cuánto antes, ya que él era quechua-hablante.

Al tener el dinero, pensé en saldar las deudas anuales que tenía, o llenar la alacena de la casa hasta medio año con víveres no perecibles, pero finalmente, decidí no pensar en otros y más en mí, así que por mi mente pasó la idea de viajar a Argentina. Me contacté con mi amiga la poeta Florencia Piedrabuena para ver si podía ayudarme a conseguir un auditorio donde presentar mi obra poética, a lo que ella me respondió que sí e incluso que podía alojarme en su casa los días que fuera a Buenos Aires.

Triste pero emocionada, porque mi amigo ya no iría a FILBA y yo sí, me enrumbé en la aventura de buscar un pasaje de avión que alcance con el presupuesto que tenía, los pasajes habían subido así que solo pude comprar uno de ida con una maleta pequeña, no me importaba no llevaría ropa, me la compraría allá, lo realmente necesario eran los libros. El pasaje de regreso equivalía a un vuelo a Europa, por lo que opté regresar en bus, mi amigo me dijo que eran aproximadamente dos días y medio, traté de buscar por la red algún boleto, pero no tenía DNI de Argentina, por lo que no pude adquirirlo, en Buenos Aires le diría a Florencia que me ayudé, la ida y el hospedaje estaban asegurados.

Los siguientes dos meses de espera fueron de suspenso, tenía miedo que no me alcance el dinero, temor, de perder el vuelo de ida, todavía debía ir a Lima para abordarlo, como quedarían mis hijas al cuidado de una niñera, debía llenar la alacena para que no pasen hambre, en el trabajo estaría de vacaciones, así que no había problema ¿por dónde regresaría? ¿Chile o Bolivia? En determinado momento pensé en no ir, renunciar a los miles que costó el pasaje de ida y seguir con mi vida rutinaria: levantarme hacer el desayuno, llevar a mis hijas al colegio, ir a trabajar, regresar y servir el almuerzo, descansar, preparar mis clases para el día siguiente, ver el noticiero, cenar, leerle los 101 Cuentos Africanos de la autora Cecilia Granadino a mis niñas antes de dormir y reflexionar hasta dormirme, pero no, esa era la vida de mi madre, una vida entregada a sus hijos sin pensar en ella, yo me había prometido a mí misma no seguir el patrón de ella, que siempre amenazaba con irse y nunca se fue, ni siquiera de paseo, ella falleció joven: a los 59 años. Finalmente estaba criando a niñas independientes, nada les faltaría tenían a su padre que vendría a verlas todos los días, para mi buena suerte en sus escuelas a ellas también les dieron vacaciones, por lo que no habría la preocupación de alistarlas para el colegio.

Días antes de salir de vacaciones en el trabajo una colega dijo que cuando algo es para ti se abren todos los caminos, a la mañana siguiente en el noticiero vocearon que la frontera de Chile se había abierto por Arica y Tacna y las personas que viajaban vía terrestre ya podían ingresar por allí, por un momento pensé en regresar por Chile el vuelo que había comprado de ida tenía escala también allí, pero mi amigo me dijo que era un país caro, mejor opta por Bolivia, aconsejó y así fue.

Organicé un recital de poesía argentina en Waminka, un café cultural antes de partir así me despedía de Arequipa, llegué a Lima a encontrarme con mi amiga Natalia Roncal, quién vive cerca al aeropuerto, andaba triste porque había sufrido un ataque de ansiedad un día anterior, recientemente había salido de la covid, dejándola con defensas bajas y el ánimo por los pisos, porque renunció a su trabajo, regresó a la casa de sus padres, en conclusión, estaba deprimida.

Con ella fuimos a una Feria en la Plaza de Los Olivos y conocimos a Oriana, un ser de luz, que le regaló aceite de Moringa para su estado de ánimo, Natalia le contó llorando que un día anterior había sufrido un ataque de ansiedad en el transporte público, de no ser por su acompañante le hubiese ido peor.

Oriana nos explicó que nuestro espíritu viene a este plano a evolucionar que es difícil para todos, pero para otros más y que nos llevaremos lo aprendido al trascender, inmediatamente recordé a mi madre y la extrañé menos, esa misma noche soñé que Oriana era la guía espiritual de Natalia y se lo conté antes de partir al aeropuerto.

Legué cuatro horas antes para no perder el vuelo de ida, no había podido sacar el chek-in de Chile a Buenos Aires, así que me acerqué al counter para pedir ayuda, la señorita que atendía me pidió mi pasaje de regreso, le expliqué que volvería vía terrestre.

- No puede partir si no tiene, aunque sea el ticket de bus saliendo de Argentina.

- Señorita me lo voy a comprar allá, acá no pude. Yo no me quiero quedar de ilegal en Argentina.

- Lo siento, no puedo darle el check-in para que salga hasta que no me muestre ese ticket, me dijo.

Con el desayuno en mano en una bolsa de papel volví al inicio de la fila, lo primero que pensé fue en regresarme a Arequipa, luego llamé a Florencia y le expliqué lo que estaba pasando, a ella le había depositado 50 dólares, para ayudarla en los gastos y por la bondad de hospedarme.

-          Lily, tranquila vamos a solucionar esto, dijo con voz apacible. Voy a ingresar a la web de transportes de bus y voy a comprar un boleto a Bolivia con el dinero que me depositaste.

-          Florencia muchísimas gracias, dije aliviada.

Le mostré a la counter el código QR, que Florencia me envió a mi correo y pude partir, 20 minutos antes de que salga el vuelo.

Florencia me recibiría con fiesta, su editorial Maldemar cumplía tres años y festejarían con asado, un plato típico de allá. Yo viajaba sábado en la mañana con buso, en Chile tenía escala de cuatro horas y pensaba arreglarme allá, ponerme el vestido, los pantis, los tacos, maquillarme, ponerme las pestañas, cepillarme el pelo, incluso pensé planchármelo, pero no sabía si en los baños del aeropuerto tenían enchufe y de qué tipo, sobre todo.

El viaje fue pesado, en el cielo me acordé de mi madre, las personas buenas… se van al cielo, ¿no? Yo ni siquiera era católica, solo tuve dinero para comprarme un boleto de avión y estaba allí, donde estuviera mi madre, sabía que estaba bien, su energía todavía no se iba de mí, por ello la seguía extrañando mucho, los días sin ella en casa eran duros, salir me haría bien, oxigenaría mis ideas.

En el aeropuerto de Chile, pude ver como discriminaban a los etíopes por su color de piel, como la comida era sobrevalorada y costaba tres veces más de lo que se pagaba en un restaurant lujoso en Perú, cuya gastronomía es inigualable a nivel mundial, abordé el avión y viajé al lado de una feminista, lo sabía porque tenía la pañoleta verde pro – aborto que llevamos a nivel mundial para que se legalice su procedimiento.

Había contratado un taxi para que me recoja en el Aeropuerto de Ezeiza en Buenos, se hablaba mucho de la inflación de la moneda y de la crisis, algunas cosas estaban muy baratas y otras muy caras, como tomar un taxi, por ejemplo, ello equivalía un ticket de bus interprovincial en mi país, luego entendí porque me había costado tan caro el viaje, y es que Buenos Aires es inmenso, las distancias son largas, es cierto que tienen un transporte muy desarrollado, pero la suba del combustible hace que se eleven muchos costos, en cambio el transporte público es barato porque el estado subvenciona un parte.

Cuando llegué a casa de Florencia había globos en la entrada, se vislumbraban luces de colores por las ventanas, y la poeta me recibió con fuerte grito que se escuchó hasta afuera:

-          ¡Llegó Lilyyyy!

Dejé mis cosas en la sala e ingresé a la cocina, donde hice una entrada triunfal cuál conductora de televisión, había cortinas de aluminio y las abrí de par en par estirando mis brazos, el vestido se me levantó y la pose fue de diva, esa noche hicimos kararoke, hablamos de política, educación, cantaron Happy Birthday en modo reguetón, comimos pizza de choclo, bebimos vino y fernet, a la media noche me fui a dormir porque estaba agotadísima.

A la mañana siguiente me iniciaron en la cultural del mate, una miembro de Maldemar incluso tenía tatuada la hierba-mate en el antebrazo, me explicaron que esa es la hierba para hacer conversación, que hay una sola persona de cebar (reposar) el mate, me mostraron diversos recipientes donde se ha servido el mate, generación tras generación y lo que me llamó más la atención fueron las pijamas de las cinco miembros de Editorial Maldemar, todas estaban en babydoll, eran unas diosas y me incluían, me sentía en casa. Yo era la amiga extranjera de Florencia. August tenía una lancha que estaba guardada en Puerto Benavides, cerca de Tigre donde vivía Florencia, así que me invitaron a pasear por el Delta, un río que une a Uruguay y Argentina, el novio de August tenía carro y nos llevaría, fuimos con una amiga más, en la lancha máximo entraban cinco personas.

Hacía frío, corría viento, pero alumbraba el sol. Pude ver un estacionamiento de lanchas y como la bajaban al inmenso río desde un muelle particular, NorDelta tenía de todo: Museos, Parques de Diversiones, Clubs, Restaurants, era una zona privilegiada.

Luego me explicaron que los dueños de los grande frigoríficos donde se congelaba carne en Buenos Aires, también era dueños de NorDelta, que por mucho tiempo había sido la zona de Los Humedales con tierra muy fértil, compraron el terreno y lo rellenaron afectando a la fauna de la zona y a los pobladores, primero porque el agua que iba a los humedales por el relleno se desviaba a las zonas aledañas afectando a los pobladores de esos lugares, segundo, por mucho tiempo habían habitado “carpinchos” en ese lugar y después del boom inmobiliario, los carpinchos se metían a las casas y los privilegiados se quejaban pidiendo que los exterminen, cuando esa siempre había sido su zona.

El nombre Tigre incluso, tiene que ver con la fauna de esa zona, no porque habitaran tigres, esos majestuosos animales solo habitan por La India, no obstante, si había grandes felinos, como por ejemplo los pumas, que venían en gigantes nenúfares desde Uruguay a través del mar, la historia es la siguiente:

Se formaban islotes con grandes nenúfares y los felinos se echaban a dormir allí, luego algunos de estos nenúfares se desprendían y los felinos despertaban viajando a través del Delta, y tenían que esperar hasta llegar a Argentina.

En determinado momento August tuvo problemas con la lancha porque la base se había atascado con un palo y solo nos daba órdenes como que atemos la soga al poste más cercano y que nos abracemos de él, no entendíamos porqué, y nos demoramos en desatar la soga, August levantó la voz y la amiga que nos acompañaba dijo:

-          Yo levanto el palo del motor y vos arrancás.

Luego de estar a salvo August no explicó lo sucedido, pude entender en ese momento el dicho: “Donde manda capitán, muere marinero”, dado que hay que hacer caso sin chistar al capitán porque probablemente eso puede salvar a la tripulación.

Luego de comer pizza con rúcula, retornamos al muelle, donde volvieron a guardar la nave de Ausgust que llevaba por nombre: Soqueta, todas las naves eran bautizadas con un nombre antes de salir al agua, como los niños antes de salir al mundo.

En la tarde presentaría mi poemario y conocería a autoras de México, Puerto Chile, con quiénes haríamos una Cumbre de Literatura Latinoámerica. Florencia me prestó un vestido un saco porque no había llevado mucha ropa, ni había tenido tiempo para ir a comprar, las distancias eras demasiado largas y el tiempo que demorabas yendo y regresando de un lugar a otro te tomaba cuatro horas por lo menos.

Llegamos a Plagio Cultural Club, y el precio de un café era 100 pesos, un sol ochenta en mi país, re – barato. La presentación y la cumbre iniciaron, las autoras leyeron sus textos y yo quedé maravillada por la forma contestaría de sus obras, así que decidí leer poemas de mi primer libro “La Calle Habla”, ya que encajaba con los temas tocados esa noche, donde reflexionamos y lloramos por la violencia hacía la mujer que todavía existe en nuestro continente.

Al salir Florencia me llevó a San Bernardo, un café tradicional en Buenos Aires, al que asistieron muchas celebridades e intelectuales de su país, probé entonces alfajor bonaerense, media luna y más café, el jamón serrano me pareció muy salado y me incliné más hacía lo dulce, que abunda por allá.

El lunes, finalmente iría a FIL a cumplir mi sueño de conocerla, Florencia me embarcó en el semi-rápido que demora 50 minutos en llegar a Plaza Italia, tuve suerte, porque el colectivo que va desde Tigre al Campo Ferial donde se hace FIL, demora dos horas y el semi-rápido llegó primera, mi amiga me obsequió una tarjeta para usarla en el transporte público y fue así que me movilicé.

Al salir de Tigre, pude ver parte de la cultura argentina a través de la ventana del bus, la industria musical, las producciones teatrales y de televisión son inmensas, por todo lado hay afiches y stickers, alguien debería hacer un estudio sobre los stikers porque abundan en Buenos Aires.

Tenía una entrada a FILBA, que había adquirido de forma gratuita días antes en sorteos por redes sociales, pero la entrada oficial costaba 1000 pesos, sin embargo, había varios canales donde conseguirla gratis, en el bus conocí a una señora con su nieto, se iban a pasear a FILBA y también bajaron en Plaza Italia, FILBA era eso: un paseo, al entrar una inmensa cantidad de estudiantes con sus tutores llenaban la Feria, lo primero que hice fue visitar el Pabellón Amarillo donde se ecnonraba el stand de Literatura Peruana y atendía Alfredo Lowi un conocido librero peruano, que me fotografió con mis títulos, llevé un paraguas porque corría mucho viento y lloviznaba, de pronto el perdí el rastro porque tenía muchas bolsas con libros que había comprado y se me extravió.

FILBA es grande, pero más grande era FIL Guadalajara. Lo que más me gustó fue la descentralización que no ocurre en mi país, donde el Perú es Lima. En FILBA, cada región tiene su propio stand y en su cierre traen a grupos musicales tradicionales de cada región, pude ver los conciertos de Santiago del Estero, Las Malvinas, Catamarca, La Rioja, y ay no me alcanzó tiempo para más, estaba agotada pero feliz. Llegué a Tigre, solo a dormir, me quedaría dos días más, pero sentía que ya lo había visto todo, Florencia quería que visite Palermo y Boca, pero recibí una llamada que cambió mi aura.

-          Hola Lily soy José, una de las gemelas se ha enfermado por el frío y tiene infección a la garganta, está vomitando, tiene tos y fiebre.

Yo quería regresarme martes a Arequipa, pero mi bus salía jueves y ya no tenía dinero para comprarme un nuevo ticket, en Argentina existe la ley del libro y por esa ley los libros sea el que fuese cuestan 2000 pesos, un precio accesible para extranjeros, y yo como siempre, me había entusiasmado al momento de comprar libros, en FILBA conocí a dos autores de La Habana, país invitado en aquella Feria, y a Teresa Melo una reconocida escritora, le había comprado dos de sus obras una infantil y otra de poesía, quedé impactada con un stand de Antroposofía y adquirí varios de sus libros: Cuentos para sanar, Cuentos de inclusión, todo esto para niños.

Mis niñas me preocupaban, pero Florencia habló conmigo y me comentó que no podía creer todas las cosas que yo hacía en Arequipa, además de criar prácticamente sola a tres niñas, en Argentina ya estaban en la cuarta ola feminista y mi historia le recordaba a sus abuelas que habían pasado por mi situación, que siga luchando y nunca deje de aprender, esta era una prueba para desapegarme, la infección a la garganta de mi hija, demoraría lo que tenía que durar, ella no estaba sola, su padre estaba con ella, yo debía trasmitirle calma, no me iba para siempre, volvería.

Les hice una videollamada a mis hijas y me contaron que su abuelo a quien se le quemaba el agua, había empezado a cocinar el desayuno, su padre iba por ellas para sacarlas a almorzar y se quedaba toda la tarde, una de sus tías estaba pendiente de ellas y a niñera nunca fue, se las habían arreglado bien sin ella, lo que me reconfortó.

Al día siguiente no tenía ganas de salir así que nos quedamos en casa de Florencia donde cociné arroz con huevo de desayuno, tallarines rojos de almuerzo y ella hizo milanesa argentina en la noche, que es la hora donde los argentinos comen más, todo un festín gastronómico, me enseñaron a comer biscocho con fernet, ese mismo día Florencia me llevó a Pacheco, al colegio donde trabajaba para que les hablé sobre Lit. Peruana, los niños me preguntaron que lugares había conocido y que había probado, les comenté que me gustó mucho el alfajor bonaerense y se aró todo un debate sobre cuál era la marca más rica de alfajor en Buenos Aires.

El miércoles había censo nacional y nadie podía salir de su casa, salimos a dar una vuelta por Tigre y no había ninguna tienda abierta, la vecina de Florencia, Estefy preparó entonces una picadita, la solidaridad era algo que se notaba en ese país que atravesaba una fuerte crisis, hablamos sobre Martín Fierro y Facundo de Sarmiento, también sobre las divas argentinas Moria Casan y Susana Giménez, unas señoras nada cucufatas unas divas totales, en la noche conversamos sobre la Historia del Tango y Cumbia Villera, que surge de los barrios marginales y en sus letras hay demanda social porque hay cosas turbias en su entorno. Luego escuchamos a Pablo Lescano en “Damas Gratis” y fui a dormir.

A la mañana siguiente, Estefy y Florencia me presentaron los vídeos de Rupaul, un reallity sobre Drag Queens que me encantó, el maquillaje y la moda son parte de la cultura argentina, ese lo reforzaron en mí y me heredaron el Drag Queen. Buenos Aires no era tan europeo como me habían dicho, era recontra latinoamericano.

No había conocido a muchos chicos y la verdad tampoco tenía ganas, un escritor que me venía afanando terminó confesándome que tenía enamorada y yo acababa de salir de una relación larga, hablé de esto con algunas amigas argentinas muy empoderadas y ellas me comentaron que no veían necesario tener pareja más que por la compañía y que para las necesidades carnales todas tenían un vibrador peniano en su habitación, eso nunca podía faltar.

-          Eran temas de conversación que en mi pueblo serian escándalo si se abordasen públicamente.

Ese día también hablamos sobre las traiciones y puñales en el mundo literario, leí con Florencia un mensaje que recibí cuando estuve en Chile, de una autora que una vez fue mi amiga y luego de forma difamatoria hizo varios post en sus Facebook en contra mía porque salí beneficiada para ir a Guadalajara con todo pagado.

Ese día mis amigas argentinas me dijeron que primero se trata con amor, luego con compasión y finalmente con distancia, si la situación no mejoraba, y fue por lo que opté. En ese mismo instante Florencia se enteró que su papá estaba internado en el hospital y que lo iban a operar, se angustió y se puso a llorar porque su hermana no al dejaba ir a ver a su papá, su hermana no le dirigía la palabra, un día se peleó con otra escritora y está busco a su hermana y entre enemigas de Florencia se unieron para destruirla, lo que siempre siempre me va a parecer un golpe bajo de la humanidad: “hacer leña del árbol caído”.

Al día siguiente salí con Florencia, ella rumbo a la clínica y yo rumbo a la Estación de bus, viajaría 32 horas de Buenos Aires a Santa Cruz de la Sierra, en el camino compre más souvenirs para llevar a los amigos, hierba mate y dulce de leche que me costó 100 pesos por paquete, el viaje fue cómodo solo íbamos 15 personas y había amplitud, conocí a una colombiana, un uruguayo, y muchas bolivinas.

El uruguayo me contó que su país era re-limpio y ordenado, la colombiana me dijo que su país también estaba en crisis y se mantenía estable por el narcotráfico, empaticé con dos bolivianas una jovencita que estaba embarazada de cinco meses y una mamacha de 59 años, la edad en que falleció mi madre.

Cruzamos la frontera las once de la noche y no hicieron esperar un buen rato, la chica embarazada se empezó a sentir mal porque hacía frío, incluso vino un ambulancia, la mamacha me pidió que le ayude a llenar su formulario para pasar a Bolivia, porque ella no sabía leer ni escribir, cuando le di el formulario y le dije que firme, me comentó que tampoco sabía firmar, no me sorprendía enterarme que seguía habiendo ignorancia en Sudamérica, en Arequipa abundaba, pero me dio pena porque esa es la consecuencia de situaciones de mucha escases, la mamacha me contó que había quedado huérfana de madre a los seis años y su padre no al envió a la escuela en Santa Cruz de la Sierra porque la puso a trabajar con él la tierra, de eso vivían.

La ambulancia atendió a la muchacha embarazad, nosotros dábamos por hecho que ya había perdido a su bebé, el bus no iba a partir hasta que ella regrese o se la lleven internada a algún hospital público, la chica volvió, y aquel no fue más que un susto.

En Bolivia volví a comer milanesa, moría por una Coca Cola, cambié mis dólares, y en pocas horas el viaje terminó, ya en Santa Cruz de Sierra me despedí de los amigos que hice, el clima era cálido, de valle. Compré un caro boleto hacía La Paz y en 18 horas estaría allí, era sábado llegaría domingo en la mañanita, lunes debía estar en el colegio para trabajar, las gemelas habían viajado a Tacna el fin de semana y también debían volver al colegio, no las enviaría estarían igual de cansadas que yo, temía perder mi empleo porque de eso vivía, quise dormir en el bus pero no pude conocí a una brasilera que me contó no había cambiado sus reales, yo ya tenía mucho dinero, lo justo y necesario para volver, no había el cambio de tarjetas de débito en mi país para poder usarlas en el extranjero, temía que no me alcance el tiempo.

Se iba haciendo de noche, en el atardecer vi muchos cementerios en el camino, a través de mi ventana veía a gente muy pobre en la ruta boliviana, el clima fue volviéndose hostil, a medida que avanzábamos veía más escasez, gente sin ropa tapadas con ramas de palmeras, niños bañándose en los ríos, fruta demasiado barata, en un momento pude conciliar el sueño y tuve pesadilla, en lo onírico tenía en mi mano un puñado de dientes amarillos sucios con grietas de tierra y sangre, desperté asustada y me puse a rezar un mantra.

Por fin llegamos a La Paz, quise sacar dinero de mis tarjetas, pero no podía, los taxis me querían cobrar un ojo de la cara, así que llame a la poeta Vero Delgadillo, ella me dio su dirección y me dijo que pagaría el taxi en su casa, incluso llamar por teléfono era costoso en Bolivia había pocas líneas de comunicación. Cuando llegué a casa de Vero hice el proceso para sacar dinero de mis tarjetas y cuando fuimos a sacar plata, me cobraron una comisión altísima, casi el doble de lo que sacaba, después de ese mal rato, nos sentamos a tomar un café con Vero y me conté mi pesadilla, a lo que ella me respondió:

-          Como no vas a sentir mala vibra si has pasado por la zona del narcotráfico boliviano, vamos que te acompaño a que tomes tu bus a Desaguadero para que puedas cruzar la frontera Perú, pero vámonos en teleférico para que conozcas.

Y así fue, la altura no me chocó porque en mi tierra estamos a 2,335 metros sobre el nivel del mar, en el camino vero me mostró una inmensa feria que abría particularmente los domingos donde vendían de todo, incluso autos, hermosas construcciones con temáticas, cholets, entre otros atractivos interesantes, todo esto a través de los aires.

Al llegar a Desahuadero, Vero me dio 20 dólares para evitar tener altercados en la frontera y el viaje, no los tuve, al pasar la frontera de Bolivia a Perú sentí tanta felicidad, ya faltaba poco para estar en casa, había dormido tres días en buses y quería estar echada.

Regresé en el bus a Arequipa con varias mamachas que hablaban en aimara en FILBA me había comprado algunos libros en quechua y guaraní, los idiomas extranjeros llamaban mucho mi atención, en el camino la mamacha que estaba sentada a mi costado me preguntó si tenía mamá y le dije que no.

Ya en confianza le conté toda mi travesía hasta que se quedó dormida, hacía mucho frío, ella me tapo con su lliclla, me dormí, pero desperté en la madrugada porque la policía peruana subió al bus, me dolían las pantorrillas porque allí no estaba abrigada, el conductor gritó de quién es la caja de galletas que está en la maletera y la mamacha de mi costado bajó porque eran suyas, la policía se acercó sitio por sitio para preguntar que traíamos en nuestro equipaje, a otros les pedían que los abrieran, la mamacha había dejados dos grandes bultos, cuando la policía se acercó a mi asiento, vio los bultos de la señora y se llevó uno, le dije que el otro era mío, lo abrieron y eran paquetes de cigarrillos:

-          Esto es contrabando dijeron. Y procedieron a llevárselo.

Sentí culpa porque no había cuidado las cosas de la mamacha, ella subió y me preguntó por sus paquetes le dije que solo había podido cuidar uno, hablo en aimara con las demás señoras, y meditabunda se puso a mirar a través de la ventana.

La policía muchas veces es sinónimo de corrupción en Latinoamérica, son ellos los que abren burdeles y reciben dinero de los narcotraficantes, para lo que realmente afecta al continente se prolongue, en Argentina vi en las noticias que un anciano robó leche y pan porque no tenía dinero para comprarlo y los policías lo mataron a golpes, si eres homosexual o peor aún travesti, te muelen a palos. La frase: “La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”, es tan cierta en mi continente.

Al llegar a Arequipa no tuve una cálida bienvenida, pude ver el efecto del patriarcalismo y a la semana ya estaba pensado a donde migrar como en el mito de “La Caverna” de Platón había salido de la cueva y visto lo que ocurre afuera, volver al hueco y tolerar machismo, homofobia, racismo y clasismo, no iba conmigo, no obstante, ya había echado tres hermosas raíces, gozaba de casa propia, y si tenía que renunciar a algo no sería a mi patria, sería a mi trabajo, para dedicarle más tiempo a la educación de mis niñas empoderadas, niñas que no tienen que pasar por lo que pasó su madre o sus abuelas, porque si repetimos la historia significa que algo no hemos aprendido, por el futuro de mi país me quedo junto al Perú, por el futuro de mi continente, apuesto por la cultura.

 


 

 

 

 

 

  

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