PASAJES BICICLETESCOS

I

Estabas sumergida en un espacio paralelo, un bar inmundo, un weco que más parecía un agujero negro; una pequeña caja de títeres humanos, observabas como Mica y Rafa bailaban con los demás al unisonó dándose patadas en plena tocada de música movida, exactamente salsa, “el pogo salvaje” le suelen llamar, gente que se desprende de su alma para liberarse de una tensión que se asemeja al stress, y de paso dan rienda suelta a los sentidos de su cuerpo; si fueras psicólogo, compararías ese bar con una cajita de Hamster’s rabiosos animalitos que están a tu alcance, primitivamente listos para que empieces a experimentar sus comportamientos, recuerdas un ejemplo del experimento donde un roedor tiene que encontrar una salida al laberinto de su soledad, acompañado de distinta música (lo hicieron más rápido) los que escucharon música clásica, (lo hicieron más lento) los que escucharon música metal, rememoras también a los laboratorios  donde los drogan para ver el cambio de sus actitudes, así era ese weco, como una caja llena de roedores que están a un paso del infierno, como el laboratorio de un hospital de terror,  la compañía de la noche te desagrada sin embrago al cambio de música te alivias, tú también quieres liberarte de tu stress.


II

Hace un mes compraste una bicicleta, es roja y azul, con llamas plateadas pintadas a los costados, no manejas desde que tenías 15 años, ahora tienes 21, has decidió movilizarte en ella, ya que consideras es la manera más saludable que puede equilibrar tu miserable rutina, te impulsa saber que mientras avanzas te vas ejercitando, que tu vehículo no contamina y que no gastas dinero en pasajes.
Hace tres semanas te enrumbaste por las calles a lidiar con monstruosas carrocerías, vas contra el viento y sientes como la brisa choca tu cara y despeina tu delgado cabello, estas sin casco, de pronto en una veloz bajada, el viento dirige tu largo cabello castaño hacía el este, tapando tu vista y para cuando sientes que la velocidad es agresiva ya no puedes frenar, desconoces a tu bici, te sorprendes de ti misma, levantas la vista despejada de cabellos y un poste negro de metal esta a un segundo de distancia de ti, inmediatamente volteas tu cara hacía la derecha como impulso pasatista a lo que está por venir.
A la mañana siguiente te encontrabas esperando tu turno en el consultorio externo del otorrino, el fuerte golpe de perfil, afecto a tu oreja izquierda, con un impacto que te hizo perder la razón por un largo instante, cuando caíste al suelo, te hiciste 15 moretones en los muslos por la fuerza con que la bici cayó al suelo entre tus piernas, querías levantarte, moverte, pero no podías, tu mente ordenaba, pero tu cuerpo no respondía; fue así que ese instante se volvió el más largo de tu vida. La doctora dice que el golpe de tu oreja - cuyo dolor no te dejo dormir toda la noche- es superficial, que no ha afectado la audición y luego de recetarte pomadas para la inflamación y pastillas para el dolor, te da el diagnostico; aludiendo lo siguiente:
-Pasado mañana usted debe regresar para descartar algún hematoma, si es que el golpe ha sido extremadamente fuerte es muy probable que pasado el tiempo se formen bolitas de sangre coagulada, si es así he de cortar una pequeña parte detrás de su oreja y expulsar la sangre molida, ojalá, en el mejor de los casos, su organismo reaccione bien y nada sobrepase lo superficial, si es así usted se recuperará de manera natural.
Los siguientes días te palpas constantemente el pabellón de tu oreja, buscando exhaustivamente pequeñas bolitas en formación, no has encontrado nada, en consecuencia no has vuelto a ir al hospital.


III

Bailas al son de  la música, te balanceas de un lado al otro sin perder la firme posición de tus pies, y luego de un par de latas de cerveza, Mica te ofrece un porro de marihuana, de pronto te encuentras como uno de los hámster drogados del experimento del psicólogo, pero no es él el que  va a estudiar tu entorno, apoyada tranquilamente contra la pared coges una lata de cerveza, bebes y te  balanceas al compas de la música, levantas la cabeza en busca de algo que observar, y estudias la discusión de Micaela y Rafaela, Rafa es agresiva le pregunta cada cinco minutos a Mica si está bien, ella piensa que su amiga se está durmiendo y junto con la pregunta va un golpe en el hombro izquierdo, o un jalón de cabellos, Mica ya no aguanta más y a la quinta vez que Rafa pretendía preguntarle junto con una cachetada ¿estás bien? ella atrapa su mano en el aire y se la dobla, empieza la trifulca, deduces que Micaela es la agresiva y Mica una molestosa. De nuevo apoyada en la pared, ahora la que está al costado del escenario, recibes golpes de gente que pogea furiosamente en un espacio que crees es un laberinto, un laberinto que observas en tu soledad, que se iguala al del experimento de los roedores y la música, la diferencia es que ahora no se trata de velocidad o lentitud, si no, más bien se trata de agresividad o pacificad. A Micaela se le ha perdido su yerba, la has conocido recién hoy, por eso te desagrada su compañía, te la presento tu amiga del colegio, Rafaela; su cara es peculiar, presientes haberla visto antes tiene largos cabellos negros, casi hasta la cintura y más allá de sus rasgados ojos negros y puntiaguda nariz, es su sonrisa la que te llama la atención ya que es una sonrisa de carita feliz, labios delgados que se pierden con un símil de alegría, sonrisa hipócrita de carita feliz, la enojada Micaela le reclama a Rafela su yerba, y sin siquiera preguntarte empiezan a rebuscar los bolsillos de tu negra casaca de cuero, ya que esta  se encuentra tirada en el suelo, exactamente al costado derecho de tu ubicación, ni siquiera se te ocurre reclamar por el estado de trance en el que te encuentras, piensas en los hámster y en como corren buscando la salida, es así que decepcionada por la injusticia experimental en partida doble, vas teniendo en mente al roedor que está indefenso al alcance de algún macabro psicólogo, por eso decides entrar al agresivo pogo para desfogarte de lo que no pudiste reclamar hace un momento, te sientes un hámster y vas en busca de tu liberación.



IV

Has compartido mucho tiempo en pocas tres semanas con tu bici, le has agregado un valor sentimental, y en consecuencia a tus constantes salidas, has optado por ahorrar el presupuesto de los pasajes para gastarlos en relaciones sociales, has dado como mínimo tres viajes semanales en tu ambiental vehículo, dentro de un par de días iniciará la Feria del libro, la prensa ha sido muy generosa con su publicidad, la entrada es de tres soles, entonces calculas y decides utilizar tus pasajes para la entrada, el viaje es largo 25 anchas cuadras, te duelen las piernas de tanto pedalear, el sol no es compasivo y hace cambiar el tono de tu piel, te da mucha sed, pero al fin llegas a tu destino, te dan un boleto al entrar y te  confirman que puedes volver a ingresar con dicho papel, si en algún momento se te ocurre salir. Ingresas a una presentación, no quieres saber todavía de títulos ya que sabes te vas a antojar,  te guardas hasta la llegada de tu padre que pasado mañana llega de la mina. Te diriges nuevamente hacía la entrada donde has dejado tu bici encadenada, irás a tu casa a almorzar, para luego regresar, entonces vuelves a empezar el recorrido, de nuevo a pedalear sin miedo por las pistas, mientras te repites mentalmente “la bici es mi novia, el freno es mi amigo”, “la bici es mi novia, el freno es mi amigo”, “la bici es mi novia, el freno es mi amigo”; frase alentadora que te ayudo a superar el último trauma provocado por la brutal caída cerca del coliseo. Piensas también en tu desdicha económica, en lo inútil que te sientes por haber decidido ser poeta, 21 años y no has encontrado trabajo, mientras que muchas de tus compañeros de promoción -que se inclinaron hacía el capitalismo- van saliendo poco a poco de los suburbios, te lamentas de tu mala suerte laboral, pero no te arrepientes del camino que elegiste, que se asemeja al camino que recorres con tu bici; sufres en las subidas y en los baches, y te relajas en las suaves bajadas y pistas bien asfaltadas,  siempre todo con un fin, vas a tu casa en busca de la meta: el almuerzo. Has llegado muy cansada y empapada de sudor inmediatamente te das un baño de agua bien fría, te secas, te cambias, e intentas encontrar el sueño reposando echada en tu cama; no puedes; la energía corporal fluye por tu alma, luego de comer, te levantas de la mesa con un genio deportivo que se iguala al entrenamiento de Rocky Balboa en su primera pelea, en su sueño de ser boxeador, así mismo coges tu bici y  guardas el boleto de papel en tu colorido morral andino junto con una botella de agua mineral, vas en busca de la nutrición mental: nuevas conferencias, películas, presentaciones de libros, etc.
Vas forjando tu camino cuando de pronto, a cinco cuadras de tu casa, sientes que la bici no avanza, que cada segundo se vuelve más complicado, paras y estacionas la bici en la reja más cercana y revisando te das cuenta que una llanta se ha ponchado, sientes tu morral húmedo y cuando lo abres ves que la tapa de tu agua mineral estaba suelta y ha mojado los papeles  que llevabas dentro, entre ellos tu boleto, cabizbaja retornas el camino a tu casa , deberás conseguir dinero para volver a pagar la misera entrada que ni tú misma puedes pagar, y muy aparte de eso deberás rogarle a tu madre para que te preste los pasajes; llegas con carita de perro arrepentido, aquel que se creía dueño del espacio y del tiempo, pero que finalmente se dio cuenta que no era así, le pides sollozando dinero a tu madre y ella te pregunta:
-¿Que te ha pasado? ¿Porque estas así?
-Mi bici…, le respondes suavecito aguantándote el llanto.
-¿Te has vuelto a caer?
-No, se ha roto mi bici; añades llorando como niña que acaba de romper su juguete favorito, los sollozos se vuelven constantes y tu llanto se vuelve desgarrador para luego pasar a un plano conmovedor.
-Pero eso se puede arreglar, espeta tu madre mientras saca las monedas de tu pasaje de su monedero ¿Y de qué lloras? Te pregunta.
-Es que ya no me voy a poder movilizar, contestas desconsoladamente, sobre todo porque no tengo dinero, y vuelves a lamentarte de tu inestabilidad económica con un llanto ahora más calmado.
-Ten; tu madre te da las monedas, y finaliza con la clásica oración: vienes temprano.
De camino al paradero sigues llorando ya no por la inestabilidad económica, sino más bien por el lazo sentimental que te unía con la bici, recuerdas que dejaste de montar bici a los 15 años porque dicha bicicleta se quedo pequeña mientras tu ibas creciendo, jamás se te había malogrado una bici, pensaste que al poncharse tu llanta el vehículo estaba desahuciado, y sorprendentemente te alivio la reacción de tu madre, ya estando en el autobús, sentada mirando atraves de la ventana rememoras los cercanos instantes donde pedaleabas incesantemente aguantando el dolor muscular para llegar a tu destino ¡Que facilista se está volviendo la sociedad! piensas, valoras las pocas monedas que quedan en tu bolsillo, desde ahora empezarás a ahorrar, basta de gatos insulsos para iniciar falsas relaciones personales.


V

El espacio conocido de las movidas culturales a las que asistes no es muy acogedor, ¡pero qué más da! Lo que te importa es el contenido, aquella noche que saliste con Mica y Rafa te arrepentiste terriblemente de haber estado en una caja de hamsters-títeres-humanos enojada regresaste a las cuatro de la madrugada a tu casa, y cuando tu madre te abrió la puerta te preguntó enojada:
-¿Por qué has llegado tan tarde?
-Porque estuve esperando a Rafaela que me iba a jalar en su carro, porque no tenía para el pasaje, respondes tranquilamente, puteando mentalmente a Rafa por haberte hecho pasar un mal rato.


VI

Ya estando en la Feria del libro, buscas la sala de audiovisuales, donde pasarán una película titulada “La vida de Adelle” cine francés recomendado en la presentación de dicha feria, en media proyección de la cinta suena tu celular, contestas es Miguel que te llama para que lo acompañes en un recital de poesía, aceptas inmediatamente sin ninguna objeción, excepto la de los pasajes, por un momento dejas de sentirte inútil, sabes que no te pagarán pero te diriges a trabajar. De pronto te encuentras de nuevo en una combi rodeada de gente viendo rostros que no conoces, una madre de familia sube con dos niños al autobús, uno sujetado a una lliclla en su espalada y otra cogida del brazo, se ha subido a cantar canciones para que luego le den monedas, reflexionas, y si no hubieses atravesado toda esa travesía para estar sentada en un carro que te dirija a tu destino, todavía seguirías pensando que la vida es facilista, la señora añade en el improvisado recital:
-Vergüenza no me da subirme a los carros, para llevarle el pan a la boca a mis hijos.
De pronto el autobús frena en seco para evitar un accidente automovilístico; iba a chocar con un tico que iba delante de él, los pasajeros se inclinan hacia delante para luego caer de golpe en el espaldar de sus asientos; el bebe que llevaba  la señora que subió a cantar se ha golpeado con la ventana y llora con sentimiento, entonces recuerdas el momento más triste de tu día, el instante en que se rompió tu bicicleta.


FIN

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