ESTE MANICOMIO NO ES UNA FICCIÓN

- ¡Pero yo soy realista, se lo juro doctora!

Aún suplicándoles que no te inyecten lo hicieron, te sedaron para que duermas, tus nervios habían colapsado de nuevo.

Desde que te internaron en esa casa de reposo has ido enloqueciendo más, sientes que la paranoia colectiva te está volviendo esquizofrénico.

En tu segunda noche internado en aquel hospital te dio un ataque de nervios debido a los gritos de changos de tus dos compañeros de al lado; no obedeciste cuando tenías que tomar tus pastillas y se las escupiste en la cara a la enfermera; luego razonaste por un momento y te dijiste a ti mismo ¡Pero que estoy haciendo, me estoy comportando como un loco!

Respiraste profundamente y  cediste antes las ordenes de los porteros (a los  que había llamado al enfermera) cuando te estaban amarrando las manos y los pies para llevarte  a la habitación de castigo; debido a tu docilidad acataron a tu absurda petición:

-Antes de entrar; podrían llamar por un momento a la psicóloga de turno ¡por favor! Algo te decía que la carita de perro arrepentido no funcionaria; sin embargo, por alguna extraña “razón” el descocado portero accedió.

-Haber dígame señor, añadió Rosaura la joven psicóloga de turno.

-Señorita Rosa, espetaste luego de ver su nombre bordado en la camisa,  ¡ya no aguanto más! en serio, yo no estoy loco, estar acá ha sido una confusión de mi madre.

-Ella lo trajo ¿verdad? ... Haber en su historia dice que usted ha sido internado porque confunde la realidad con la ficción, ¿no es así?.

-Pero, es que estudio literatura, señorita.

-¡Ah! Justo estoy leyendo a J.M.A.

-Claro, ¡Agua! ¿Usted a leído “Warma Kuyay”?

-Por supuesto, también es autor de los Ríos profundos ¿cierto?


-Sí, señorita; por un momento creíste que ella te entendía; ese es un libro realista como yo; dijiste desesperado.

De pronto sentiste un inmenso hueco en tus palabras y te alteraste, tu respiración se estaba acelerando y tu cabeza empezó a hacer “tics” hacía el lado derecho, entonces te diste cuenta que algo andaba mal, por un instante habías olvidado tu realidad, cuando miraste alrededor te encontrarse con batas blancas y camas de media plaza, mientras que tú estabas amarrado de manos y pies en una camilla con ruedas; la doctora luego de haberte ofrecido una amplia y calculadora sonrisa partió hacia su consultorio; de pronto una enfermera levanto la manga de tu celeste bata y sin siquiera preguntarte sentiste como la aguja marcaba el inicio de tu larga estadía en una loca casa de reposo.

Comentarios

  1. Es cierto que tiene un problema, la línea difusa que divide la ecuanimidad de la locura, un apasionado extremo por mundos opuestos a los que huye sin saberlo, porque nadie vive como él, porque nadie entiende que también se puede vivir con las lecturas e interpretar la vida como un puente que aparece y desaparece. Lo real es que existe una sola razón y por eso se siente que no es una locura, que esa prisión no es para él porque su locura es una causa individual que no hace daño sino incita un dramatismo que no hace daño, sólo la conciliación con un mundo ficticio que se puede enlazar con el real, como en los sueños.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares